sábado, 6 de abril de 2013

Desafiando al destino {1}.


Repaso la línea de mi ojo con el lápiz negro y me miro en el espejo una vez más. Así es suficiente, pienso mientras me acomodo el vestido y salgo del cuarto de baño. 

-¿Ya estás lista? -grita mi madre desde el piso de abajo.
-Si. -respondo de mal humor y me tiro boca arriba a mi cama mientras resoplo.

No entiendo porqué siguen insistiendo con que los acompañe a la cena de empresa de mi padre. Ya tengo 16 años y podría quedarme aquí sola. Supongo que lo hacen para poder presumir sobre mi y sobre mis notas excelentes como hacen todos los años cuando vamos. Estoy harta. Harta de tener que ser la hija perfecta y de tener notas de sobresalientes para que ellos puedan presumir de ello. Algunas veces me siento como un escaparate que no sirve para nada más que para que vean lo buena que soy en los estudios y lo bien que me comporto en casa. Quiero romper las reglas por una vez en mi vida. 

-¡Baja ya, Meg! Vamos a llegar tarde. -vuelve a gritar mi madre desde las escaleras.

Yo sólo vuelvo a resoplar y me levanto de la cama. Coloco bien mi pelo y mi vestido y salgo de la habitación. Una vez que estoy abajo observo a mi padre, un hombre alto y delgado con el pelo negro como el carbón. Está vestido con el traje de chaqueta negro que se compró ayer y se está ajustando la corbata delante del espejo. Tiene sus labios juntos en una fina línea y la expresión de desconfianza que suele tener siempre. Es muy estricto y a veces odio su forma de ser. Cuando me ve, se gira y hace un gesto para que salga y me monte en el coche. Hago lo que me pide y espero a que él haga lo mismo para poder irnos de una vez. Ojalá pase rápido aunque sé que no lo hará. Se pasan la noche hablando de las estadísticas de la empresa y de los problemas que hay que resolver cuanto antes. Estoy harta de todo esto. 

Cuando llegamos, mi padre empieza a saludar a un montón de señores de traje y señoras con vestidos elegantísimos que sonríen nada más verlo. Parece que cae muy bien en la empresa, o al menos eso intentan que parezca. Todos me dan dos besos y después vuelvo a escuchar una frase de tipo: 'Que hija más guapa tienes' o 'Que grande está ya'. Yo sólo sonrío y sigo dándole besos a gente de la que no sé ni el nombre. Así es como hago feliz a mis padres. Según ellos, esto es ser una buena hija. Sin pedirles nada a cambio de que me traigan a sitios como este sólo para lucirme. En fin, ya estoy acostumbrada a esto y, por triste que sea, considero que no voy a poder hacer algo emocionante hasta que tenga los dieciocho años y me marche de casa para ir a la universidad.
Una hora después de estar allí nos asignan la mesa donde debemos sentarnos y así lo hacemos. Por lo que me ha dicho mi madre este año estamos en la mesa del jefe, así que mi padre estará más simpático que nunca y después volverá a decir lo harto que está de él. Es así siempre y por eso a veces lo odio y me entran ganas de gritárselo a la cara. Que odio que en la empresa o con sus amigos sea tan divertido y a mi me trate como si fuera un profesor o algo parecido. Como si conmigo nunca pudiera pasar un rato relajado. Que a mi sólo me recuerde lo importante que son los estudios y que me tenga vigilada en todo momento para que no me salte ninguna de sus muchas normas.

La cena transcurre igual que todos los años. Hablan de cosas que no me interesan y a veces me preguntan sobre mis estudios o sobre la universidad a la que quiero ir. Yo contesto con una sonrisa y sigo comiendo. Después de terminar la cena empiezan a cantar un par de grupos que vienen todos los años y la gente se levanta para bailar, incluso mi madre lo hace, pero yo me quedo sentada mirando el reloj cada dos minutos. ¿Cómo puede pasar tan lento el tiempo? Sólo son las doce y dos minutos y esto parece que va a alargarse. Miro a mi madre y observo como ahora habla con unas amigas que antes no le dió tiempo a saludar. Después, miro a mi padre y escucho como sigue contándole a su jefe las propuestas que tiene para este año. Yo resoplo y me levanto. 

-Papá. -interrumpo su conversación-. Voy a salir a tomar un rato el aire.
-Está bien, pero no le alejes.

Niego con la cabeza y camino esquivando a la gente que ahora baila por todos lados. Hasta para eso es estricto, joder. Le he dicho que voy a tomar el aire a la puerta y me dice que no me aleje. Piensa que tengo diez años y eso me jode más que cualquier otra cosa. Abro la puerta y el aire frío hace que mi pelo castaño se me vaya a la cara. Hace frío, pero prefiero estar aquí a soportar eso de ahí dentro. Vuelvo a resoplar y cruzo los brazos para frotarlos con las manos. Aquí está todo oscuro y no se ve mucho más que los coches que están aparcados delante de mi y unas cuantas calles que ni siquiera sé a donde llevan. Escucho unos pasos y por un momento me asusto y miro a la calle de en frente. Es muy pequeña y sólo hay un contenedor amarillo. Yo diría que es un callejón que no termina en ninguna parte. Escuho otro sonido, pero esta vez no son pasos. Ha sido un golpe en el suelo, como si alguien se hubiera caído. Dudo por un momento si ir a ver que ha sido o si alguien que está ahí necesita ayuda, pero la oscuridad y el miedo me dejan ahí parada. No sé que está pasando ahí pero vuelve a escucharse otro ruido. Una farola que se escuentra a unos metros del callejón, y que creía fundida, se enciende de repente dejándome ver a un chico alto y delgado, con el pelo de un castaño claro, rubio diría yo, y ojos grandes y marrones pegándole a un señor de traje que está en el suelo tirado. El chico de pelo rubio me mira y abre los ojos a modo de sorpresa. Caigo en la cuenta de que no debería estar aquí, viendo esto, y me entran ganas de salir corriendo pero no puedo. Mi cuerpo se ha quedado congelado y no puedo moverme. Creo que por el miedo. 
El chico joven de unos dieciocho años vuelve a pegarle un puñetazo en la barriga al señor que se encuentra en el suelo tirado y me mira. 

-Tú no has visto nada. -dice con rabia y sale corriendo.

El miedo me invade mucho más que antes y creo que estoy temblando, aunque no sé si es por el frío o porque ahora no sé ni qué hacer con esto que acabo de ver. Y la frase se repite en mi cabeza como un mantra. ¿Y ahora qué se supone que debo hacer? Está claro que ese señor necesita ayuda pero, ¿qué podría pasarme si dijera algo? Podría terminar igual que él o incluso peor. 

Dos minutos después salgo corriendo hasta dentro de la gran sala donde se celebra la gala y me escondo en el baño para asimilar lo que acaba de pasar delante de mis ojos. ¿En qué coño acabas de meterte sin darte cuenta, Megan? Siempre acabo cagándola y ni siquiera sé como. Me observo en el espejo y después abro el grifo para echarme algo de agua y aclararme las ideas. Ya me da igual el maquillaje así que me vierto un poco de agua en la cara y lo demás me lo quito con un pañuelo. Respiro hondo y salgo con la cabeza agachada.

Sin darme cuenta de que hay alguien delante de mi, choco con su cuerpo y levanto rápido la mirada para poder disculparme. Cuando lo hago me encuentro con los mismos ojos marrones que hace a penas cinco minutos me miraron para decirme que no había visto nada. Sí, es él. 

                                                          ********

Bueno, por fin escribo después de 964598496 años. Espero que esto 
lo lea más gente porque la verdad es que 
es una historia que me gusta y me haría ilusión tener, al menos, cinco lectores.
Si os gusta, dadle a 'me gusta' o comentadme, pls.
Y si hacéis las dos cosas mejor que mejor, oye, JAJAJAJAJAJAJAJA.
    

3 comentarios:

  1. Pues a mí sinceramente me gusta mucho y estaría encantada de leerla. Lo que no sé es como no tienes más seguidores, si escribes genial:c Pero como se suele decir, lo bueno se hace esperar, y no te desanimes.
    Lo disho, que me encanta sdafsdfasfadsa.
    ¡Un beso enorme! <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oh dios, dsfidsbniusdfbuirf. Te juro que tenía ganas de dejarla, pero me has animado a seguir, en serio :'''). Gracias por leerme y por comentarme y sobre todo si son cosas así de aindfudbyd. Gracias, en serio. Creo que subiré el siguiente hoy mismo.

      Eliminar
  2. Se la echa de menos, señorita. Mucho, muchísimo. O al menos, yo.. Oyoyoyoyo, he estado leyendo entradas antiguas, y jo, ¡QUE BONITO, QUE BONITO!
    Meh, ademas, venia a decirte que me he cambiado. Ya no estoy en el blog de antes.. Estoy aqui, http://18segundosdevida.blogspot.com.es/ Pense que tal vez te interesaba, idk. Y de verdad, espero que vuelvas, me ayudabas mucho, aunque te parezca una tonteria.
    ¡Muchos besos! c:
    PD: Soy Sara xd

    ResponderEliminar

El tiempo, que se escurre entre los dedos.