viernes, 12 de octubre de 2012

Nos enseñaron a creer que debemos ser perfectos.

Soy feliz, no perfecta.
¿Quién ha dicho que debamos ser perfectos? ¿Quién dijo lo que debemos ser? ¿Quién dijo que cada persona debamos llevar una etiqueta? 
Es verdad que, con el tiempo, abres los ojos. Te das cuenta de cosas que antes ignorabas totalmente. Yo, con los años, me he dado cuenta del sitio en el que vivimos. Me he dado cuenta de que ya nadie es diferente. Ya nadie puede tener gustos fuera de lo normal. Ya nadie puede vestir o vivir como quiera por que si eso es así, la sociedad se encarga de liquidarlo. 
¿Por qué? ¿Por qué dejamos que nos cambien? ¿Por qué actuamos de otra forma solo para gustarle a los demás? 
Hemos nacido para ser felices. Para hacer lo que queramos. Para vivir como más nos guste. Hemos nacido para tener sueños y para perseguirlos aunque nos digan que jamás los haremos realidad. Hemos nacido para reirnos de nuestros defectos y para saber valorar nuestras virtudes. Hemos nacido para luchar por lo que queremos y, sobre todo, hemos nacido para ser fieles a nosotros mismos. Para no dejar que un grupo de personas nos cambien simplemente porque no les gustemos.
También he aprendido que, en esta vida, quien de verdad te quiere es aquel que te quiere con tus virtudes y con tus defectos. Sin hacerte cambiar. El que de verdad espera que seas feliz viviendo tu vida como quieras. Aquel que de verdad te quiera siempre dejará que hagas lo que más te guste, sin criticarte por ello.
Hoy en día, es difícil encontrar alguien así. Hoy en día, es difícil que podamos ser nosotros mismos. Hoy en día, mucha gente siente que se le hacen eternos los días. Que no tienen ganas de que vuelvan a burlarse de su forma de ver la vida. Hoy en día, y más que nunca, debemos ser fieles a nosotros mismos. Debemos querernos y respetarnos. Saber que somos únicos y que, nadie ni nada, puede cambiarnos. 
Hoy en día, lo único que debemos tener como objetivo es ser felices, no perfectos.

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El tiempo, que se escurre entre los dedos.