viernes, 23 de noviembre de 2012

#2. Adelantarse en movimientos.


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Entré en el gran teatro donde se celebraría la gran gala a la que me habían invitado para tocar el piano. Y ahí estaba yo. Parada. Con el vestido más bonito que había podído encontrar en mi desastroso y desordenado armario y con la trenza de espiga que me había hecho mi madre. Y la verdad es que no sabía por qué seguía parada. La verdad es que no sabía que hacía allí. 
Me temblaban las piernas y el corazón parecía que fuera a salirse de mi pecho en cualquier momento. Porque esto no era lo mío. Yo no servía para ponerme delante de miles de personas a tocar el piano. Aunque se me dé muy bien como siempre me repite la Señora Mckenzie. 

-Tú debes de ser Kelsey Anderson, ¿no es así?

Cuando me giro para observar a quien me había hablado, lo veo a él. Debe ser unos dos o tres años mayor que yo. Su pelo negro está revuelto debido a los pequeños rizos que tiene en él. Sus ojos son de un color difícil de definir. Entre grises y verdes. Y, si estás tan cerca como yo estoy de él, puedes apreciar perfectamente unas pequeñas pecas en las mejillas. Sonríe y muestra un poco de sus dientes blancos y perfectamente alineados. 
Por un momento no sé si responderle pero después lo hago. 

-Si, soy yo. ¿Y tú eres...?
-Ah claro, perdona. Yo soy Lucas.
-¿Y por qué me buscabas?

Él vuelve a sonreír y suelta una pequeña risita al ver mi expresión. 

-¿Eres la pianista verdad?
-Si..-frunzo el ceño.
-Pues yo soy tu nuevo compañero.


No sólo tendría que tocar el piano delante de miles de personas, sino que tendría que hacerlo con un chico al que acabo de conocer y del que, por cierto, solo sé el nombre. Pero eso no es lo peor. Yo nunca he tocado el piano con otra persona. Siempre, en los conservatorios donde he estado, mis profesores se han sentado a mi lado, y me han guiado. Pero no han llegado a tocar ni una simple nota conmigo. Y si ya pensaba antes que no podría hacerlo, ahora ese pensamiento inunda cada rincón de mi mente. 

-No es tan difícil. -dice como si oyera mis pensamientos-. Sólo tienes que adelantarte a los movimientos del otro. -toca una tecla-. Conocer sus pensamientos y conseguir pararlos. -Toca otra tecla-. Y puede que la clave esté en conocer a la otra persona. -Se gira para mirarme-. Y tú y yo no nos conocemos. 
-Ya, ese es el problema. 
-¿Y no crees que tiene fácil solución? -da un pequeño golpecito en el sillón que se encuentra en frente del piano. 

Yo, en un impulso que así me lo dice, me acerco hasta él y me siento a su lado. Frente al piano. Y observo como sus finos y largos dedos vuelven a colocarse encima de las teclas. Y empieza a tocar 'Claro de Luna'. Mis ojos de nublan por un segundo. Es la primera canción que me enseñó a tocar la Señora Mckenzie. Y aún recuerdo ese día como si estuviera pasando ahora mismo por delante de mis ojos. La verdad es que esto me ha hecho recordarlo y volver a emocionarme como lo hice ese día. 

-¿Te sabes esta? -pregunta con una pequeña sonrisa, mirándome por un segundo. 
-Claro que me la sé, ¿por quién me tomas? -hago que ría conmigo. Por un segundo me he sentido cómoda desde que estoy en este teatro. 
-Demuéstramelo. 

Respiro hondo y, sin ni siquiera darme cuenta, mis dedos ya están acompañando la melodía que él ya había creado. Nuestros dedos se mueven tan lento como fluyen las notas por el aire. Me mira de vez en cuando y sonríe. Y noto que me siento cómoda. Y sé tocar el piano acompañada por él. De hecho, las notas que llegan a mis oídos hacen que, por un momento, cierre los ojos y me concentre en el movimiento de manos sobre las frías teclas del piano. Y sobre el tacto que crea el escaso contacto de nuestras manos. Y sobre todo, en la canción. Y en el día en que la Señora Mckenzie me reprochó miles de veces que no entendía como no sabía tocar su canción favorita. Y en el entusiasmo con el que me escuchaba tocarla cuando, por fin, aprendí. 
Vuelvo a abrirlos y nuestros dedos empiezan a parar su ritmo. Hasta terminar la canción. Me mira. Yo hago lo mismo. Me sonríe y no puedo evitar hacer lo mismo nuevamente. No sé que tiene este extraño chico del que, todavía, sigo sin saber nada más que el nombre, que hace que me sienta tan cómoda. Ha hecho que pierda el miedo a tocar el piano con otra persona en un solo segundo y, la verdad, aún no sé como lo ha conseguido. 

-Una de mis pasiones, además del piano, es la lectura. Leer muchos libros, uno detrás de otro. -suelta de repente. 
-A mi me gusta estar sola. Para pensar. 
-Me gusta correr. Siempre que puedo me escapo a Central Park y corro mucho, hasta no poder más. 

Sonrío porque me gusta este juego. Eso de contarse cosas sin más. Sin un ritmo lógico. Sin nadie que marque las palabras, ni el tiempo que poder estar aquí sentados, hablando. 

-Odio tomar café por las mañanas. Mi madre dice que soy maniática, pero yo creo que no.
-Yo odio que me desordenen las cosas. Mi madre dice que soy demasiado ordenado...y yo estoy de acuerdo con ella. -ríe y consigue contagiarme.

Cuando dejo de reír miro al frente y vuelvo a hablar. 

-Mi mejor amiga es una mujer de seseinta y tantos años que viste como si vivieramos en el siglo diecinueve y a la que, lo que más le gusta, es oírme tocar el piano.
-Pues yo no tengo mejor amigo. 

Lo miro extrañada y él, simplemente, ríe. Después mira al frente, como yo hice antes. Y suspira levemente. 

-Me gustaría viajar a un punto vacío de la Tierra. Algún lugar en el que estar solo o con alguien, alguien con quien se pasen rápido las horas. Con quien los días no se me hagan eternos. Un lugar donde nadie me conozca. Y donde todo esté bien, siempre. 
-A mi también me gustaría. Y creéme, he pensado muchas veces en abandonarlo todo. Irme y ya está. Pero siempre faltaba algo...


En doce minutos, exactamente, empieza la gala. Lucas y yo estuvimos ensañando algunas de las canciones que tenemos que tocar mientras hablábamos de lo que nos gustaba y de lo que no. De nuestras manías y de las pequeñas cosas que nos hacen ser quienes somos. Y todo lo que me ha contado es tan increíble como la forma de hacer que yo ahora no esté nerviosa. Y si llegan a decirme que antes de salir a tocar delante de unas mil doscientas personas no iba a estar nerviosa, no me lo hubiera creído. 
Lucas llega hasta donde yo estoy y se coloca a mi lado. Faltan dos minutos y mi respiración solo va un poco más rápida de la cuenta. Por lo demás estoy bien. Mi pulso es excelente como para tocar el piano sin cagarla. 

-¿Nerviosa? -suelta mirándome con una pequeña risita.
-Pues no, no lo estoy.
-Vaya, me alegro de que no lo estés, no quiero tener que tocar yo solo, porque te tiembre el pulso. -suelta una carcajada.
-Imbécil. -doy un golpe en su hombro y justo entonces escucho nuestros nombres. Es hora de salir. 

Y mientras me adentro en el escenario junto a él y observo al público, lo único que se me ocurre pensar es en si lo veré más o no. En si cuando salgamos de aquí, no volveremos a vernos más y sólo me quede el vago recuerdo del chico con el que toqué el piano. Y eso si consigue acelerarme un poco el pulso, pero respiro hondo y agito mi cabeza. Borro de ahí todos los pensamientos que ahora no tendrían que estar y pongo las manos sobre las teclas. 

El escenario está totalmente oscuro, por lo que el público aún no puede vernos. Un resquicio de luz que viene por un lateral me permite verle la cara. Sonríe.

-Ahora me conoces. -dice fijando sus ojos grises en los mios.- Ya puedes adelantarte a mis movimientos. -Después, vuelve a sonreír cuando se hace la luz y las notas empiezan a fluir. 

Y soy capaz de adelantarme a sus movimientos. 

3 comentarios:

  1. Joder, es preciosa. Me encanta. Y este chico jo :') es muy genial madre mia. Me encanta ma encanta me encanta en serio. Es genial y el momento es que se empiezan a contar cosas. Bueno que me ha encantado. Quiero que sigas asi y no cambiea por que eres increible y preciosa de interior.
    Besos <3

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    1. Perdón por no contestar antes, amor. Muchísimas gracias por tu comentario y por todo lo que me dices en él, pero te informo de que no voy a seguirla. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque es una mierda, aunque no sólo la novela, sino todo lo que escribo. Incluso me estoy replanteando el no seguir escribiendo en el blog porque me gusta escribir pero, ¿de que me sirve? Si a nadie le gusta lo que escribo ni lo que hago, solo a ti. Y bueno, eso...gracias por todo de todas formas, eh :''').

      Kels.

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El tiempo, que se escurre entre los dedos.