jueves, 27 de diciembre de 2012

Stand by me.



-Nunca imaginé que este momento podría llegar.
-No estás preparado. ¿Es eso no?
-Ni aunque lo hubiera imaginado lo estaría.

Después de esa frase que pronuncio sin fuerzas, se hace el silencio en esta fría y cutre estación de tren. Ella sólo me mira y sus ojos reflejan miedo. Y los mios, ya no pueden calmarla porque, aunque me cueste reconocerlo en voz alta, tengo más miedo que ella. 
Miedo a perderla para siempre. Miedo a que se vaya y miedo de no poder olvidarla. 

-No me olvides. -me pide como si leyera mis pensamientos. 
-Ya te dije que eras inolvidable. Y te lo decía en serio.

Otro leve silencio que acabo rompiendo rápido con una pregunta que acude a mi cabeza y, al instante, a mis labios.

-¿Y tú? ¿Vas a olvidarme a mi? 
-Sabes que no podría. Aunque lo intentara con todas mis fuerzas.
-Eso significa que te pierdo, ¿no es así? -un nudo en mi garganta me impide seguir hablando.

Ella baja la mirada y suspira mientras unas cuantas lágrimas corren rápidas por sus mejillas. 
Eso es un si.
La pierdo.
Y nunca imaginé tampoco que podría darme tan rápido por vencido.
Pero es que no sé qué hacer, ni qué decir.
Y ahora tengo más miedo que antes.

Ella vuelve a mirarme y en sus ojos nublados por las lágrimas vuelvo a ver miedo y ganas de decirme muchas cosas.
Muchas cosas que, al final, calla. 
Y abraza con sus pequeños brazos a mi figura, parada e inútil, que aún no sabe que hará después de que ella se haya ido en ese tren.
La aprieto fuerte, haciéndole saber otra vez que no puedo dejar que se vaya.
Que si lo hace...no sé que voy a hacer.

Separa su cuerpo del mio, vuelve a mirarme y se gira.
Ya llegó el tren.
El maldito tren que me la va a quitar. 
Y ya sólo me queda intentarlo una última vez. 
Con la única frase que, ahora mismo, habíta en mi mente.

-No te vayas. -digo con la voz rota.
 -No me dejes ir. -responde ella.

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El tiempo, que se escurre entre los dedos.